domingo, 31 de enero de 2010
juarez mon amour (1)
una habitación con vistas
Se puede caminar por la calles de Juárez, contra todo pronóstico, se puede caminar por las amplias avenidas de esta metrópoli del desierto, repleta de luces y de sombras. Y más allá de los helicópteros militares, describiendo círculos imposibles sobre nuestras cabezas, la lluvia termina abriéndose camino entre el azul y el polvo de la ciudad-frontera. Aquí, dónde todo empieza, dónde México toma nombre y en ocasiones lo pierde, la lluvia finalmente se impone. La pequeña población que fue llamada Paso del Norte y convertida en capital de la república en 1865, es hoy una ciudad de dos millones de almas que luchan por liberarse y sobrevivir a la pesadilla de las macabras estadísticas.
Voy en taxi, en un vocho, un volkswagen desvencijado en dirección al Puente Internacional, la frontera sobre el Río Bravo, donde quiero entrevistar al poeta Juan Armando Rojas Joo, cuyo abuelo, emigrante chino, cruzó del otro lado a principios del pasado siglo, para unirse a las tropas revolucionarias de Pancho Villa y la División del Norte. Cuando trazaron la frontera, el agua del río se quedó del lado gringo, como tantas otras cosas. El puente sobrevuela un cauce seco convertido en estacionamiento de coches y camiones. Pero hoy el agua, como una bendición anega el cauce, y los autos y las trocas y los camiones que hacen hasta dos y tres horas para cruzar al otro lado, la línea, como aquí la llaman.
juan armando rojas joo
Nos bajamos a pocos metros del paso fronterizo, bajo la fina lluvia y el ir y venir de vendedores de tamales, paletas, artesanías, refrescos y recuerdos de un país que no termina de despedirse, quizá porque también el otro lado sigue siendo parte del territorio al que nunca renunciaron. Y entonces me doy cuenta que perdí la cámara en el interior del taxi, y tomo otro de regreso al hotel. A penas unos minutos después el taxista, un hombre curtido, de ojos profundos, espeso bigote y afable sonrisa, me alcanza con la cámara entre las manos. Bienvenido a Ciudad Juárez.
El atardecer tiene una luz especial en el desierto, casi irreal cuando se funde en mágica concupiscencia con el neón de los comercios que proliferan en el centro de la ciudad, autentico paraíso farmacéutico para los vecinos del norte. Ciudad Juárez se resiste a perder el alma de sus cantinas y la vida alegre que siempre le caracterizó. Me cuentan que fueron éstas, las mismas cantinas de la Avenida Juárez, arteria de la vida social y cultural de la ciudad, las que impulsaron el primer asfaltado de su calzada.
el edificio de la vieja aduana
A pocos metros del paso fronterizo, cerca del edificio de la antigua Aduana, se alza uno de los emblemas de la ciudad, sobre la Avenida Juárez, se encuentra el club Kentucky, una especie de templo nocturno consagrado a la deserción del tedio. Cuna del universal coctel Margarita, vivió sus momentos de gloria en las décadas de 1920 y 1930, coincidiendo con los años de la prohibición en Estados Unidos. Sobre su añeja barra, donde hoy nos reunimos un grupo variopinto y perplejo de escritores y poetas venidos de lejanos lugares, alzaron alguna vez sus copas personajes como Steve McQueen, Liz Taylor, Richard Burton, Frank Sinatra, Ernest Hemingway, Marilyn Monroe o el boxeador Jack Dempsey.
Me resulta imposible sustraerme al recuerdo de otro Kentucky, también singular, donde terminaban las noches de farra, en fraternal comunión alcohólica, la canalla y la gente guapa de Barcelona, cerca del puerto, en el barrio del Raval. Pero aquí ya son las doce de la noche pasadas y en el interior se baila música latina y viejas baladas de los setenta, se citan versos y se dibujan sonrisas cómplices, de vez en cuando pasa un ángel y con más frecuencia una patrulla militar que nos recuerda que todo acto de alegría es un acto de resistencia en una ciudad donde el brillo de la noche deja paso al mate puro y duro de los uniformes.
En Ciudad Juárez el día es un buen aliado para caminar, permite que florezcan los mercados, el tránsito de personas y el bullicioso tráfico que anuncia la proximidad de la frontera. En el centro la ciudad hierve. Frente a la Catedral y la Misión de Guadalupe, levantada por los franciscanos en 1659, se abre un recoleto y frondoso parque, a la sombra del cual se reúnen grupos de familias, niños jugando, ancianos enfundados en amplios sombreros y vendedores de toda clase de mercadería. En las inmediaciones de la Misión se alza el mercado. Me detengo en un puesto de quesos, done me invitan a probar una especialidad de los menomitas, una secta cristiana establecida en la riberas del Río Bravo, y cuya economía doméstica esta basada en gran medida en la elaboración de este delicioso lácteo. Existe otro mercado, especializado en artesanías indígenas, muy cerca de la misma Avenida Juárez. Me cito con el escritor y poeta Miguel Ángel Chavez, en otro antro de ambigua reputación, el Club 15, un diminuto local que debe su nombre al supuesto número de parroquianos que pueden tomar su barra. Las paredes y techo están exageradamente empapeladas con cientos de páginas y fotografías de chicas de los “playboy” de los años ´60 y ´70. La barra la preside una serie de retratos a tamaño natural de las grande divas de Hollywood en ropa interior.
chela en mano junto a buba, en la cantina la antigua de chihuahua
los escritores eduardo antonio parra y luis humberto crosthwaite
la linea
paisaje urbano
juarez mon amour
martes, 26 de enero de 2010
noche 93
fue una vez más en sevilla, en el bar el perro andaluz, durante las noches del cangrejo pistolero, la 93, leyendo junto a un joven e interesante poeta, martin lucia, con la inestimable, indispensable e inconfundible presentación de antonio y nuria y con el ojo en la cámara de laura rosal, un placer como cada vez que leo alli. un lugar lleno de amigos, de público respetuoso y atento, de calor y bonitas sonrisas, como siempre un lugar al que da gusto regresar ya sea como espectador o para subierse al escebario. gracias
http://www.youtube.com/watch?v=_YdMD8ULtlI
fotos de laura rosal
sábado, 23 de enero de 2010
en pie de paz
la amable visita de una lectora de este blog,"una de posguerra", sea quien sea, me puso sobre la pista de un poema que tenía olvidado, tanto esa así que no está incluido en ninguna de las seis antologías que he publicado en estos últimos cuatro años, lo encontré editado en un cuaderno colectivo de "las noches del 1900", publicado en 1995 bajo el título "poetas por la paz". me lo has devuelto es justo que te lo dedique, gracias
"En pie de paz"
Si vivimos en paz
es porque en algún lugar hay una guerra.
Una guerra es siempre fraticida y sucia.
Los hombres empuñan las armas
cuando la razón les falta. Y esto sucede a menudo.
El miedo alimenta todas las guerras
y la guerra alimenta siempre
a los países más ricos y desarrollados.
Con el miedo a la guerra
los gobiernos alimentan nuestra inseguridad
nuestro gasto anual en armamento
para la seguridad nacional,
Todo esto lo pagamos con nuestros impuestos.
La economía que mantiene nuestro sistema de vida
se basa fundamentalmente
en la construcción y venta de armas y políticas
que fomentan las guerras en lugares a los que nunca viajaremos.
Todas las armas se fabrican y se venden para ser utilizadas.
Nuestra indiferencia es sólo miedo a conocer la verdad
y la verdad es la responsabilidad individual
que cada uno tenemos para detener este sistema de cosas.
Todos sabemos que sin la guerra sería difícil vivir
vivir como se vive en Europa, Australia
y América del Norte.
Creo que después de todo
lo único que podemos hacer para detener toda esta locura
será tomar al pie de la letra el valor de las ideas
y declararnos sin más tregua en pie de paz.
1995
miércoles, 20 de enero de 2010
la otra
fotografía cedida y creada por el dorado de valencia
un nuevo artículo de josé angel leyva en "la otra" (revista de poesía y artes visuales) este artículo fue la base de la presentación del libro "tatuaje" en méxico df el pasado mes de noviembre. se puede leer en el siguiente enlace:
http://www.laotrarevista.com/2010/01/presentacion-gaceta-34/
martes, 19 de enero de 2010
el proscrito eladio orta
el miércoles 27 de enero a las 20.00h. en el salón de actos de la fundación caja rural del sur, en huelva, presentación del libro de la editorial cacúa: "tierrafirmista (poesía, antipoesía y prosa reunida 1992.2006)" de eladio orta
eladio orta y uberto stabile, moguer 1993
El proscrito Eladio Orta
"ma gira"
Giordano Bruno
La escritura de Eladio Orta puede provocar cualquier cosa menos indiferencia. Hablar de Eladio sólo se puede hacer desde la proximidad afectiva o desde el rechazo visceral, para quién todavía no lo conozca adelantemos que hablamos de un poeta consecuente con sus ideas, empecinado y procesado, una rara avis que zozobra en el humedal de Isla Canela, entre la defensa de los abejarucos y el bofetón expansionista de las excavadoras. Eladio Orta es un intelectual disorgánico, un punto y aparte en el territorio pacato y mojigato de los que piensan que la poesía entra a golpe de rima y diccionario. Su visceralidad, su timidez trascendente, su escatología sin límites, su particular cosmogonía del entorno más inmediato y una extrema aversión al orden establecido, lo convierten en el arquetipo del niño salvaje, terrible e incómodo, para una sociedad que no admite la disidencia, ni el descrédito de sus principios fundamentales.
Tierno y corrosivo, suspicaz y tolerante, Eladio es peligroso, como lo es su poesía. ¿Pero peligroso para quién, cómo puede ser peligroso un hombre capaz de emocionarse y volcar en sus versos el ditirambo croar de las ranas o el lamento de los ansares en Doñana? Eladio Orta recoge todo este tiempo atravesado en “Tierrafirmista”, título que reúne la casi totalidad de sus textos escritos en verso y prosa, editados entre el año 1992 y 2006, con su propio nombre o bajo heterónimos que como acertadamente dice el propio Eladio son auténticos homónimos.
"Quien toca este libro - como dijo Whitmann - toca a un hombre". Y bien puede aplicarse esta sentencia a la escritura de Eladio, pues tanto en él como en su libro, existen poderosas razones y palabras que certifican el caudal humano de quien suscribe el entusiasmo por la vida, y la resistencia ética frente a la desidia fetichista y mediática del verso limpio. Su "antipoesía" es un jarro de agua fría derramado sobre la soberbia neoliberal y puritana de quienes han eludido el pensamiento como herramienta de transformación y provocación social e intelectual. En Eladio, y salvando las distancias, coexiste esa impostura genial que nos legó el mejor Pier Paolo Pasolini, Allen Ginsberg, Antonin Artaud, o Jean Genet. Su poesía carece casi por completo de artificio, es como él mismo dice: "una arma brutal", un gancho de izquierda que desconcierta y descoloca el gusto y la sensibilidad de quienes han depositado la fe y la obediencia en lo poéticamente correcto. Sexo, política, ecología, amor y literatura son pasto de su particular tránsito por el lado salvaje de la vida, un viaje sin reservas ni regreso, hacia el corazón de las emociones en estado puro.
Y como suele suceder con los mejores artistas, su directo es único, auténtico espectáculo y ejercicio de síntesis y contrastes, que transforma literalmente los poemas en biopoemas, en espacios sonoros donde la personalidad del autor adquiere forma de verso, y no es gesto todo lo que reluce, sino fuerza y entusiasmo de un hombre jocoso, ácido, de ojos claros y corazón abierto, cuya mirada abarca un horizonte iluminado al que nunca, desgraciadamente, accederán quienes desde la impunidad de su poder ignoran la belleza de la vida, de la naturaleza que les rodea y alimenta.
Uberto Stabile
martes, 12 de enero de 2010
floriano martins
POR DONDE CAE EL LENGUAJE
1.
Mi muerto no se parece en nada
a otros hombres que tuve
bien puestos dentro de mí.
Tal vez matarlo sea un exceso.
En ese enredo de máscaras,
que siempre me confunde,
no separo al muerto del vivo.
Me pongo en su lugar
para saber por dónde anduvo.
El cuerpo cercado por curiosos
se cita en muchos casos,
pero el muerto en otra parte.
Aún me exaspera ese hombre
como un espejo que se recompone.
Yo lo mataría mil veces.
Quizá lo que le falte a la vida
sea el deseo de tenerla,
haciéndola parte de la muerte.
Oigo lo que me pide:
mi muerto me quiere así,
matándolo siempre.
2.
Es difícil recuperar al muerto
después de una noche de ausencia
del enunciado del crimen.
Mejor no dejarlo solo,
rumiando sus motivos,
tal vez ocultando pistas.
Hay muertos que no quieren ser
recordados ni explicados.
Cuerpos cómplices de la muerte,
poco a poco se acumulan
como una herencia de la duda,
lo que lleva al ser a abandonarse.
Y muertos así esconden
detalles preciosos de la vida.
Hasta se hacen pasar por otros.
Quien los cuida debe
estar siempre atento de ellos,
pues se ocultan en todo.
He visto muertos uniéndose
en una sucesión de crímenes
que eran uno solamente.
3.
No quise nunca saberlo
dentro de tantas otras.
En mí estaba caliente,
no me dolía más allá del placer.
Que me viera con muchas,
a todas las recibía como si él fueran.
Mientras más dentro se metía
más sabía dónde verterlo.
No era sólo un crimen sin regla.
Recuerdo bien cuando lo maté:
nunca había disfrutado tanto.
Debía estar con todas en mí,
la mirada de ellas quemando la piel.
Él se me adhería como si fuera muchas,
y era mi hombre en tantas.
Y sabía que podía tenerlas en mí,
descarnándome con lujuria,
incluso mientras lo apuñalaba.
Un hombre así no se pierde.
Si nos quiere a muchas, nos reunimos
a celebrar lo que siempre soñó.
heriberto yépez
maníacos y locos,
rencos ubicuos con las greñas tiesas y la ropa
puerca y desgarrada
deambulan por las calles atoradas
hurgan entre los montones de basura colectiva, los desperdicios
afuera de las escuelas, comen la escamocha de los restaurantes
meten la mano y el hocico en las capitaneadas cajitas de comida china y revuelta,
recogen la lechuga rancia tirada alrededor de las taquerías
permanecen cerca de los puestos de comida callejera
porque esa es su única esperanza de comida tibia,
pero huyen de los taqueros porque sus delantales blancos embarrados
de sangre y pellejos les recuerdan los horrores de las enfermerías,
los maníacos pepenan las verduras pachichis afuera de la central de abastos,
comen gatos y palomas que asesinan y calientan
en los callejones y luego alacenan en los sobacos,
beben aguas negras en los parques públicos
y en los charcos que se anidan en los baches del asfalto,
rejuntan frascos, buscando latas entre las alcantarillas calamitosas
pordioserando botellas y alambres,
en sus rostros se extreman los rasgos del mundo externo
y la catacumba interior,
monjes locos
limosneros poseídos
ciegos embrutecidos, lisiados cínicos,
salen al paso
en la avenida
piden monedas aventando su mal aliento en la cara
de los cuerdos,
deformados por los días tronando
un vaso de plástico en la acera cicatrizada
por los pasos,
acosan escaparates y taxistas,
se mean en postes fálicos
e hidrantes estupefactos,
cruzan la calle desnudos enseñando la quemadura extensa,
tocan a secretarias semana inglesa y horas extras,
molestan a estudiantes a punto de titularse
de muerte por hambre, hacen caras
a ejecutivos esperando la luz verde del semáforo sobornado
por el reglamento municipal,
son incurables
los maníacos
jalan la camisa de los transeúntes, raspan
la ventanilla de los conductores,
se dejan crecer la barba hasta que una infección los deja
molachos y sin cejas,
empujan carritos de mercado
pandeados y ruidosos,
hacen muecas y oraciones
engendros de la ingeniería social
sordomudos heroinómanos
exigen su limosna
los más depravados se esconden
en algún sitio, una parada de camión,
un tiradero, una banca, los techos bajos
para aguardar benefactor o víctima,
los recoge la policía y la gerencia del hospital psiquiátrico local
no quiere saber nada de ellos, los dementes
son inmigrantes que enloquecieron
por el calor del pavimento,
drogadictos que se quedaron arriba,
extranjeros enajenados,
desempleados que a los pocos meses
de perder su escritorio, también perdieron la cabeza,
hombres y mujeres expatriados de su familia
apestados sociales
vociferan denuncias y estupideces
mientras se sostienen el transfigurado trapo
que usan de pantalones,
locos urbanos por todas las calles
gritando, arrastrándose,
llagados, apestosos,
pervertidos sexuales, vendedores de mercancías
robadas, carteristas, asalta indígenas y turistas,
sacos de golpear, criaderos de gangrena,
robachicos, violadores, desaparecidos
tostados por el sol, arruinados por el ruido de los
automóviles, muertos de escalofrío nocturno,
más asustados que cualquier otro ciudadano
de los tiroteos en la vía pública,
los locos caminan sin parar
se tropiezan con el gentío, los atropella el tráfico
maníacos y locos de una ciudad
que sólo les escupe baños de agua fría, golpizas
y monedas borradas por la codicia digital de los dedos contables,
para que se retiren de la vista
y no asusten
cuando la noche se desploma y los edificios abandonados
se vuelven espantosos, las farmacias apagan sus luces
exteriores, las zapaterías mandan a casa a sus
empleadas, y sólo queda el ruido de otros locos,
unos pocos comercios donde al tocar la cortina de hierro no exclama la alarma,
los maníacos callejeros comienzan a golpearse la cabeza,
se esconden unos de otros,
se meten a dormir en cajas de cartón desechadas por los consumidores
y las pizzerías,
tambos o cobijas arañadas,
repasan en la mente el mundo de los empleados y los cuerdos
(los hombres que pagan renta o lavan su auto),
y caen en la segunda parte de un viaje moribundo
pues
cuando la ciudad amenaza con hacerse noche
sus locos mueren
en cierto porcentaje
así abre el último libro de poemas que acabo de editar en la pequeña colección de autores mexicanos que dirijo, aullido libros, que bajo el título "contrapoemas" firma heriberto yépez, autor de tijuana como omar pimienta a quien ya edite "la libertad: ciudad de paso" y muy pronto el tercer autor de tijuana en la colección, roberto castillo. los tres editan por ves primera en españa con aullido libros y auguro una buena singlaldura, no les pierdan el rastro.
Heriberto Yépez (1974) escribe narrativa, ensayo y poesía. Estudió filosofía y psicoterapia. Ha obtenido una docena de premios y reconocimientos regionales y nacionales en varios géneros. Entre sus libros publicados se encuentran las novelas Al otro lado (Planeta, 2008), El matasellos y A.B.U.R.T.O (Sudamericana, 2004 y 2005) y los libros de crítica Ensayos para un Desconcierto y alguna Crítica-Ficción (ICBC, 2001) y Luna creciente. Contrapoéticas norteamericanas del s. XX (Cecut-Conaculta, 2002). Su obra en inglés Wars. Threesomes. Drafts. & Mothers fue publicada en Nueva York en el 2007. Es traductor de la antología de poesía y ensayística de Jerome Rothenberg (A Cruel Nirvana editada por El Tucan de Virginia) y de la obra aforística de William Blake (El diablo es parco. Aforismos de William Blake, Verdehalago, 2006). Así como autor de una trilogía sobre Tijuana (Made In Tijuana, Tijuanologías y el libro visual, co-editado con la antropóloga Fiamma Montezemolo y René Peralta Here Is Tijuana/Aquí es Tijuana, en edición doble, aparecida en Londres por Black Dog Publishing). Colabora regularmente en revistas de ambos lados de la frontera México-Estados Unidos y ha sido invitado a impartir conferencias o presentar su obra en foros como la Universidad de California en San Diego, Los Angeles y Berkeley, así como el PS1-Museo de Arte Moderno de Nueva York y recientemente en Harvard University. Actualmente tiene una columna semanal sabatina en el suplemento Laberinto del periódico Milenio de México y es catedrático en la Escuela de Artes en la Universidad Autónoma de Baja California en Tijuana, frontera con Estados Unidos.
De su obra en general, ha escrito Jerome Rothenberg: “Durante la última década los textos de Heriberto Yépez han estado abriendo fronteras, trayéndonos una nueva y aguda inteligencia que es de núcleo mexicano y de dirección internacional”.
rencos ubicuos con las greñas tiesas y la ropa
puerca y desgarrada
deambulan por las calles atoradas
hurgan entre los montones de basura colectiva, los desperdicios
afuera de las escuelas, comen la escamocha de los restaurantes
meten la mano y el hocico en las capitaneadas cajitas de comida china y revuelta,
recogen la lechuga rancia tirada alrededor de las taquerías
permanecen cerca de los puestos de comida callejera
porque esa es su única esperanza de comida tibia,
pero huyen de los taqueros porque sus delantales blancos embarrados
de sangre y pellejos les recuerdan los horrores de las enfermerías,
los maníacos pepenan las verduras pachichis afuera de la central de abastos,
comen gatos y palomas que asesinan y calientan
en los callejones y luego alacenan en los sobacos,
beben aguas negras en los parques públicos
y en los charcos que se anidan en los baches del asfalto,
rejuntan frascos, buscando latas entre las alcantarillas calamitosas
pordioserando botellas y alambres,
en sus rostros se extreman los rasgos del mundo externo
y la catacumba interior,
monjes locos
limosneros poseídos
ciegos embrutecidos, lisiados cínicos,
salen al paso
en la avenida
piden monedas aventando su mal aliento en la cara
de los cuerdos,
deformados por los días tronando
un vaso de plástico en la acera cicatrizada
por los pasos,
acosan escaparates y taxistas,
se mean en postes fálicos
e hidrantes estupefactos,
cruzan la calle desnudos enseñando la quemadura extensa,
tocan a secretarias semana inglesa y horas extras,
molestan a estudiantes a punto de titularse
de muerte por hambre, hacen caras
a ejecutivos esperando la luz verde del semáforo sobornado
por el reglamento municipal,
son incurables
los maníacos
jalan la camisa de los transeúntes, raspan
la ventanilla de los conductores,
se dejan crecer la barba hasta que una infección los deja
molachos y sin cejas,
empujan carritos de mercado
pandeados y ruidosos,
hacen muecas y oraciones
engendros de la ingeniería social
sordomudos heroinómanos
exigen su limosna
los más depravados se esconden
en algún sitio, una parada de camión,
un tiradero, una banca, los techos bajos
para aguardar benefactor o víctima,
los recoge la policía y la gerencia del hospital psiquiátrico local
no quiere saber nada de ellos, los dementes
son inmigrantes que enloquecieron
por el calor del pavimento,
drogadictos que se quedaron arriba,
extranjeros enajenados,
desempleados que a los pocos meses
de perder su escritorio, también perdieron la cabeza,
hombres y mujeres expatriados de su familia
apestados sociales
vociferan denuncias y estupideces
mientras se sostienen el transfigurado trapo
que usan de pantalones,
locos urbanos por todas las calles
gritando, arrastrándose,
llagados, apestosos,
pervertidos sexuales, vendedores de mercancías
robadas, carteristas, asalta indígenas y turistas,
sacos de golpear, criaderos de gangrena,
robachicos, violadores, desaparecidos
tostados por el sol, arruinados por el ruido de los
automóviles, muertos de escalofrío nocturno,
más asustados que cualquier otro ciudadano
de los tiroteos en la vía pública,
los locos caminan sin parar
se tropiezan con el gentío, los atropella el tráfico
maníacos y locos de una ciudad
que sólo les escupe baños de agua fría, golpizas
y monedas borradas por la codicia digital de los dedos contables,
para que se retiren de la vista
y no asusten
cuando la noche se desploma y los edificios abandonados
se vuelven espantosos, las farmacias apagan sus luces
exteriores, las zapaterías mandan a casa a sus
empleadas, y sólo queda el ruido de otros locos,
unos pocos comercios donde al tocar la cortina de hierro no exclama la alarma,
los maníacos callejeros comienzan a golpearse la cabeza,
se esconden unos de otros,
se meten a dormir en cajas de cartón desechadas por los consumidores
y las pizzerías,
tambos o cobijas arañadas,
repasan en la mente el mundo de los empleados y los cuerdos
(los hombres que pagan renta o lavan su auto),
y caen en la segunda parte de un viaje moribundo
pues
cuando la ciudad amenaza con hacerse noche
sus locos mueren
en cierto porcentaje
así abre el último libro de poemas que acabo de editar en la pequeña colección de autores mexicanos que dirijo, aullido libros, que bajo el título "contrapoemas" firma heriberto yépez, autor de tijuana como omar pimienta a quien ya edite "la libertad: ciudad de paso" y muy pronto el tercer autor de tijuana en la colección, roberto castillo. los tres editan por ves primera en españa con aullido libros y auguro una buena singlaldura, no les pierdan el rastro.
Heriberto Yépez (1974) escribe narrativa, ensayo y poesía. Estudió filosofía y psicoterapia. Ha obtenido una docena de premios y reconocimientos regionales y nacionales en varios géneros. Entre sus libros publicados se encuentran las novelas Al otro lado (Planeta, 2008), El matasellos y A.B.U.R.T.O (Sudamericana, 2004 y 2005) y los libros de crítica Ensayos para un Desconcierto y alguna Crítica-Ficción (ICBC, 2001) y Luna creciente. Contrapoéticas norteamericanas del s. XX (Cecut-Conaculta, 2002). Su obra en inglés Wars. Threesomes. Drafts. & Mothers fue publicada en Nueva York en el 2007. Es traductor de la antología de poesía y ensayística de Jerome Rothenberg (A Cruel Nirvana editada por El Tucan de Virginia) y de la obra aforística de William Blake (El diablo es parco. Aforismos de William Blake, Verdehalago, 2006). Así como autor de una trilogía sobre Tijuana (Made In Tijuana, Tijuanologías y el libro visual, co-editado con la antropóloga Fiamma Montezemolo y René Peralta Here Is Tijuana/Aquí es Tijuana, en edición doble, aparecida en Londres por Black Dog Publishing). Colabora regularmente en revistas de ambos lados de la frontera México-Estados Unidos y ha sido invitado a impartir conferencias o presentar su obra en foros como la Universidad de California en San Diego, Los Angeles y Berkeley, así como el PS1-Museo de Arte Moderno de Nueva York y recientemente en Harvard University. Actualmente tiene una columna semanal sabatina en el suplemento Laberinto del periódico Milenio de México y es catedrático en la Escuela de Artes en la Universidad Autónoma de Baja California en Tijuana, frontera con Estados Unidos.
De su obra en general, ha escrito Jerome Rothenberg: “Durante la última década los textos de Heriberto Yépez han estado abriendo fronteras, trayéndonos una nueva y aguda inteligencia que es de núcleo mexicano y de dirección internacional”.
lunes, 11 de enero de 2010
mis puentes de madison
hoy la mañana casi no era mañana, me dirigía como cada dia en coche hacia el trabajo, el cielo era púrpura e indeciso y la lluvia desdibujaba todo lo exterior. encendí el limpiaparabrisas. llevaba puesta la radio. comenzó a sonar la banda sonora de los puentes de madison, pero yo no la escuchaba ni recordaba que era la banda sonora de los puentes de madison, no hasta que de repente encendí el intermitente para doblar y sin darme cuenta sentí un nudo en la garganta, un nudo de esos que nacen en el estómago y suben como suben los recuerdos cuando se empeñan en nublar cualquier futuro, y sentí algo que hacía mucho, mucho tiempo no sentía y recordé la escena en la que ella se aferra con todo su deseo al pasamanos de la puerta y finalmente no baja, y pensé en todas las veces en mi vida que me bajé en el lugar equivocado, y en tantas otras en las que no me atreví a bajar sin saber cuánto me pesaría, fuera cual fuera la decisión, y recordé entonces ese proverbio que dice que "somos dueños de cada palabra que no decimos, y esclavos de cada palabra que no pronunciamos", y por supuesto que lloré, allí, sólo, en mitad de la carretera, aferrado al volante de mi destino, lloré como si nunca antes lo hubiera hecho porque "esta certeza sólo se tiene una vez en la vida"
http://www.youtube.com/watch?v=NVW9pPzIfrg
antonio gómez
antonio gómez
hoy emitieron un programa antológico en tv1 sobre antonio gómez, sin duda alguna un poeta coherente y comprometido, de una altura sólo comparable a su calidad humana. para quienes lo conoceis y no lo habéis visto ahi va el programa y para quienes no lo conocen una oportunidad única de acercarse a una de las figuras más interesantes de la poesía experimental en la actualidad, todo un lujo.
http://www.rtve.es/FRONT_PROGRAMAS?go=111b735a516af85ca6718fb8e6a6ee87ea19e3b85f7078618e9d2df450769866cffe9874cbf3ab02603a1b249995b6326895b341551ec1616fe9863a83a7d98de131bbb636840757
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