el pasado diciembre nos dejaba, el poeta y amigo, rafael de cózar, pero no nos deja ningún gran vacío, como se suele decir, por lo contrario, su afable trato, humor y cordialidad, la pasión que ponía en todo cuanto amaba, sigue llenando el recuerdo y su memoria.
a quienes cuidamos y coleccionamos libros, nos gusta creer que su valor es un patrimonio que no prescribe, un legado que soñamos trasladar, como nos fue dado, a generaciones venideras.
al igual que fito, también yo vivía rodeado de libros, bajo cuyos anaqueles crecieron y jugaron mis hijos, a quienes siempre he procurado ese amor por la lectura.
hoy leí la carta de ana, su hija, y no he podido menos que emocionarme, porque seguro que el bueno de rafael debe tener una sonrisa enorme leyendo sus palabras. estés donde estés un abrazo interminable.
Ana Cózar le dedica estas palabras a su padre:
Te fuiste luchando por tu tesoro, por tu mundo particular, aquel espacio que solo tú podías entender, tu biblioteca. Cajas, cigarros, inspiración, pinturas, libros, más libros, desorden propio de un escritor. Me recuerdo con menos de una década subiendo las escaleras en forma de caracol, antes de reformar la casa, y colarme en tu mundo a leer a escondidas tus revistas de "El Jueves". Mi inocencia no me permitía entenderlas pero el simple hecho de estar prohibidas me tentaba. Teatros con marionetas, Mortadelo y Filemón, Rompetechos, 13 rue del percebe, caricaturas, cuadros, pinceles. Esa habitación. Te prometí que algún día leería todos tus libros, cuando fuera suficientemente madura para entenderlos. Aunque ya no estés voy a leerlos todos papá, estoy muy orgullosa de todo lo que has conseguido. Podría hablar tantas cosas de ti que siempre me quedaría corta.
Abrazos interminables,
colillas en las esquinas,
ojos negros y cariñosos,
versos perdidos en dibujos sacados de un sueño,
llaves que marcan el ritmo de tu llegada,
besos punzantes y sonoros,
desayunos felices,
plantas cómplices de tus batallas,
chistes nocturnos de verano,
CARIÑO.
Nunca me faltó un beso o un abrazo contigo papá, me enseñaste a ser persona. Quiero que todos te recuerden por todos esos momentos en los que hiciste reír a alguien. Yo te voy a llevar siempre conmigo y todo lo que haga en esta vida lo haré por ti, porque tú, te preocupaste por mí como nadie. Pude despedirme de ti, hace unos meses y ese último abrazo no lo voy a olvidar en la vida.
Has dejado un hueco en nuestra ternura pero los recuerdos son eternos y tú ocuparas siempre ese hueco, callado y quieto como una sombra, alegre en nuestras memorias.
Tu hija, que te quiere con locura. Voy a cuidar de mamá, intentaré estar a tu altura.