al amanecer las calles desiertas del viejo Oporto son frías y húmedas, son como el decorado de algún teatro antiguo y abandonado a su propia suerte, el tiempo les pertenece y cada una de sus cicatrices, de su lento trasncurrir, las convierte en damas misteriosas por las que transitan personajes imposibles : rezagados noctámbulos y precoces vendedores de cualquier cosa, mezclados con gatos, gaviotas, inviernos y barrenderos
recuerdo que la noche anterior la selección nacional de fútbol había logrado clasificarse en alguna eliminatoria y las calles destilaban un hedor a fiesta trasnochada, donde una alfombra de latas, botellas y vasos de plástico daba fe y testimonio del ardor patriótico
al iniciar el ascenso por una de las calles que desembocan en el Duero empecé a escuchar una música lejana y familiar, una hermosísima versión del clásico de Marvin Gave, "Whats Going On", traté de buscar con la mirada de dónde procedía aquella melodía y de pronto me topé con ella, mirándome desde su atalaya, absolutamente delicada y sensual, bajo una melena negra caprichosamente mecida por el viento, ajena al dolor y la alegría, desnuda y flanqueada por dos majestuosas alas rojas, allí se alzaba ella, contemplando el amanecer de la ciuadad, parecía una vela encendida en mitad de la tormenta, tan incomprensible como adorable
ingenuo de mí creí imaginar que había permanecido allí toda la noche, adivinando el momento en que mis ojos acabarían por descubrirla, pero no era así, ella llevaba toda su vida encaramada a ese balcón desde el que oteaba un horizonte que todos soñamos y que pocos alcanzan
no recuerdo el momento excato en el que se instaló en mi mermoria, pero seguro fue mucho tiempo antes de haberla encontrado, porque en aquella ocasión, como en tantas otras, también ese momento yo, ya lo había vivido.