Recuerdo la primera vez que llegué a Ciudad Juárez, en 2009, tuve la sensación de llegar a un territorio salvaje, allá donde podía suceder, como sucedía, cualquier cosa, y sentí mi adrenalina galopar bajo la piel, y mis ojos sorprendidos no dejaban de capturar imágenes, intentando comprender todo lo que antes había leído, visto y escuchado, desde el otro lado del miedo. La cámara se movía sola, por impulsos, ni siquiera parpadeaba cuando apuntaba sobre los soldados o los federales, deseaba registrar aquella realidad lejana y desconocida para mi, ahora desde dentro. Había en sus gentes un inquietante contraste entre las hermosas sonrisas y la profunda tristeza de sus miradas. Allí empezó "Tan lejos de Dios", la frontera, la poesía y el desierto, ese horizonte incierto entre la vida y la muerte, la felicidad de las cantinas y el miedo en las calles, las armas como lenguaje y la impunidad convertida en ley. Los helicópteros sobrevolando permanentemente la ciudad y un desfile de uniformes de todo tipo, paseando con dientes y garras, entre aquellas gentes amables y bonitas, que finalmente ganaron la batalla de mi corazón.
Este será mi cuarto viaje a juaritos, a una ciudad masacrada, que siempre te recibe con los brazos abiertos. Ahora, poquito a poco, Juárez se hace diferente, se busca dentro, se sabe, se quiere y se hace querer, tiene la luz y brilla de noche, al miedo se le combate con esperanza, con la fuerza y el coraje que dan las ganas de vivir, y en Juárez se le tiene ganas a la vida, mucho más que a las crónicas negras y macabras, que todavía salpican las primeras planas de los diarios. Llegaré de nuevo con mis carnales Antonio Flores, Miguel Angel Chavez, Arminé Arjona, Yuvia Cháirez, Roberto Castillo, que viene de Tijuana, y con todos los amigos de Susana Chavez, a cuya memoria debemos este encuentro, y las lecturas que nos arropan desde tantas y tantas ciudades y pueblos del mundo. Y seguro que brindaremos con tequilas y chelas, y con chuchupaztle, y cantaremos a la vida, a la poesía, al amor que no mata ni muere, y durante unos días Juárez será otro mundo, no un mundo raro, un mundo posible, un lugar cerquita del cielo, y del desierto de Samalayuca, donde la vida será celebrada,.... siempre la vida!