la concubina
la concubina sueña
con detener el tiempo
en el preciso
instante del adiós.
la tibieza de los
cuerpos todavía
calienta su alcoba
flota en el aire el
eco de los gemidos
pero no existe
rastro de ropa desnuda
ni vela agonizante,
ni vino, ni celebraciones.
en la penumbra de su
garganta
no quedan huellas,
ni se hablará
las ventanas
cerradas para que nadie sepa
los árboles mudos
la luz apagada
te quiero.