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Gracias a Tito y Angeles que le pusieron el entusiasmo, mis editores de Baile del Sol y a Fernando Beltrán que se echó un pulso con el prólogo, y a Juanjo, Alfons, Antonio, Angel y José Eugenio a quienes les robé palabras que en tiempos me regalaron para iluminar el trasero de este libro. Aquí viajan todos mis errores y aciertos si los hubo, pero sobre todo viaja el retrato de un adolescente que sigue creciendo con todas sus dudas y preguntas hacia el final de su propia noche. Ahí va el resto de lo que quedaba escrito. Todos esos besos que estaban pendientes. Adiós amor, adiós.