donde hay amor no hay pecado
me cuidaré de mentir
de las verdades que ofenden y reír por no llorar
me cuidaré de lanzar la primera piedra
o esconder la mano
de sembrar vientos y recoger tempestades
de partir y repartir
me cuidaré de los caminos que conducen a roma
y de aquellos que no llevan a ninguna parte
de las palabras necias y los oídos sordos
del bicho malo que nunca muere
me cuidaré de ser el último en reír
del ladrón y su propia condición
de las barbas de mi vecino y del caballo regalado
me cuidaré del patrón y del marinero
de los gatos pardos y el perro del hortelano
del que espera y desespera
me cuidaré de ver la paja en el ojo ajeno
de hacer astillas del árbol caído
de ser borrón o cuenta nueva
de los amores que matan
me cuidaré del buen entendedor
del que llora y del que mama
del río revuelto y la casa de dos puertas
con pocas palabras basta, me cuidaré,
donde hay amor ya no hay pecado