sábado, 29 de agosto de 2009
bibliodiversidad
Tenerife, 14 de agosto de 2009. Uberto Stabile (Valencia, 1959) es poeta, editor, director del Salón del Libro Iberoamericano de Huelva y dinamizador cultural. Actualmente trabaja en la puesta en marcha del Foro sobre Bibliodiversidad, un proyecto que atiende a la diversidad de expresiones y contendidos en el mercado internacional del libro. Stabile participará en el Salón Internacional del Libro Africano (SILA 2009) que se celebra en Tenerife del 24 al 27 de septiembre para presentar este foro y explicar todos los significados del término bibliodiversidad, cada día más usado en un mundo global marcado por las nuevas tecnologías.
- ¿Puede explicar cuándo y dónde surge el término bibliodiversidad?
“Quizá sea irrelevante el dónde y cuando nació, creo que su naturaleza y función trasciende el ambito de las paternidades. En los albores del siglo XXI, en muchos foros, congresos, encuentros y ferias se acuñó el término “bibliodiversidad”, más para diferenciarse de las prácticas globalizadoras de las multinacionales del libro, que para homologar un perfil concreto de editor. El término bibliodoversidad se utilizaba desde años atrás en un claro paralelismo con el concepto de biodiversidad, con el cual guarda en síntesis los principios de pluralidad, diversidad y sostenibilidad que les caracterizan”.
- Si la bibliodiversidad es ofrecer pluralidad de libros, autores, ideas y editores. ¿No es demasiado tarde en un mercado copado por las grandes editoriales y los best seller?
“Por el contrario, es un momento único para poner de manifiesto que los valores del libro, que por cierto son muchos y muy variados, deben prevalecer sobre los valores estrictamente comerciales de la edición. Nunca como hoy han cohabitado una cantidad tan grande de autores, libros, tendencias y editores. El problema no es la amplia oferta cultural sino el empobrecimiento crítico y sistemático del consumidor. En aras de un mercado solvente perdemos tantos lectores como árboles, y esto inevitablemente nos conduce a un desierto cultural. La espiral mediática que conlleva la “bestsellerización” de la cultura es una señal inequívoca de alarma. Debemos recuperar o reinventar el papel transformador de la cultura en la sociedad contemporánea, hemos caído en brazos de un fácil consumismo, donde el libro está más cerca del entretenimiento que de su verdadera vocación como herramienta crítica, tanto en el análisis como en la transformación social y personal”.
- Hay quien pide una definición más clara del término bibliodiversidad, o bien asociado a las pequeñas editoriales con tiradas reducidas que compiten por entrar en el mercado, o bien utilizado para definir los libros hechos de forma artesanal con técnicas clásicas. ¿Está de acuerdo con esta diferenciación?
“Sería una contradicción reducir el concepto de bibliodiversidad a una determinada práctica editorial. Desde el libro de artista, pasando por las ediciones de autor o las publicaciones sin ánimo de lucro, hasta la pequeñas y medianas empresas editoriales con vocación comercial, todas son susceptibles de ser entendidas por el mismo concepto de bibliodiversidad. Creo que es una cuestión más filosófica que fisiológica. Sólo las prácticas políticas y comerciales de deforestación cultural, aquellas que tienden a la concentración de poder en todas sus variantes, aquellas que reducen sistemáticamente el valor de la diversidad y su riqueza colectiva, quedan irremediablemente situadas al otro lado de este concepto”.
- ¿Cómo explicar la bibliodiversidad en un continente como África, con una relación con la literatura compleja, formado por 53 países, infinidad de idiomas, lenguas coloniales y un trasvase continuo entre escritura y oralidad?
“Imagino que el complejo pero rico rompecabezas cultural africano, tendrá su reflejo en las respectivas industrias editoriales de cada país, y dada esa gran diversidad lingüística, las pequeñas y medianas editoriales deben jugar un papel importante en su desarrollo cultural, mucho más destacado que en los llamados países desarrollados, donde se concentran las grandes industrias del libro”.
- ¿Qué puede hacer el lector para propiciar esa libre circulación de las ideas que define la bibliodiversidad?
“Leer, sobre todo leer más y mejor, despertar y desarrollar el sentido crítico, cuestionar los dogmas y el éxito fácil, los buenos libros no entienden de estadísticas, sino de grandes lectores. Están desapareciendo los espacios naturales propios de las pequeñas editoriales, las librerías generalistas independientes, pero se abren nuevos horizontes y espacios alternativos como Internet, esa luz para pequeños editores, nuevos autores y lectores inquietos”.
- ¿Cómo afectará a esta propuesta el impacto en la industria editorial de las nuevas tecnologías?
“Pienso que las grandes editoriales sufrirán una importante transformación y que finalmente van a canalizar sus intereses económicos potenciando al máximo el consumo del libro electrónico. Pero el libro tal y como nació y ha sido concebido durante siglos no cambiará mucho, seguirá siendo ese objeto de culto y ahora casi de lujo que muchos amantes del papel van a seguir solicitando y disfrutando. Quizá incluso mejore su calidad, su aspecto visual, para convertirse todavía más en un objeto de arte. Las pequeñas editoriales con ediciones limitadas y bien cuidadas no van a sentir la presión mediática del libro electrónico. Por otro lado, el uso de Internet ha sido un aliado muy efectivo para el desarrollo de la bibliodiversidad, potenciando, acercando y difundiendo las pequeñas editoriales a los lectores sin mediadores ni filtros que controlen o minimicen su valor”.
- Frente a la ferocidad del mercado cultural, cada vez parece más necesaria la figura del editor independiente de creación. ¿Cuál es su labor?
“La globalización uniformiza las ofertas. Los escritores, los libros, las ideas los escaparates, parecen clonados por esa sed de “novedad” y sufren la misma amnesia intelectual que muchos programas o series de televisión. Esa no es la manera de crear nuevos lectores. Prefiero al editor independiente que arriesga, que no se mide según la talla de su mercado sino por la calidad de los textos que publica, que pone las ideas por delante de los intereses comerciales, los políticamente incorrectos, los vocacionalmente incorregibles. Esa disidencia es vital para la salud de la cultura”.
- En la última Feria de la edición de Canarias presentó el proyecto de Red Internacional de Editores y Proyectos Alternativos (Riepa). ¿Cómo se ha ido desarrollando?
“Con tiempo y cariño, los mejores ingredientes de todo buen placer. Una de las grandes diferencias de la edición independiente respecto a los colosos de la edición la marca el tiempo. Nosotros entendemos que los libros no caducan, la variante del tiempo en cultura la introdujo el mercado y debemos equilibrarla. RIEPA crece de forma natural, en red, difundiendo el concepto de bibliodiversidad como modelo de gestión y desarrollo. Somos ya 232 asociados de diferentes países: editores, gestores, asociaciones culturales, redes sociales, artistas, profesionales, etc. y en octubre nos reuniremos en Huelva, en el Foro Iberoamericano sobre Bibliodiversidad, con las Alianzas y Redes de Editores Independientes de España, Portugal y América Latina para seguir trabajando y haciendo visible una forma diferente de hacer posible la edición y cuanto la rodea”.
- ¿Cómo ve la relación Internet-Literatura?
“No creo que Internet cambie el concepto de literatura, pero influirá sin duda alguna en el hecho literario. Me parece muy interesante el fenómeno de los blogs, así como la nueva relación más directa y rápida que se establece entre el autor y el lector en Internet, las experiencias sobre textos colectivos, los talleres literarios on line, los nuevos “géneros” como los microrelatos, el acceso inmediato del autor a fuentes de información durante el proceso creativo, las posibilidades, todavía por explorar, que van a surgir a partir de la irrupción de nuevas herramientas tecnológicas aplicadas a la comunicación y la creación literaria. Internet ya no sólo es un medio, es un espacio literario en sí mismo”.
(entrevista de María Luisa Pedrós)