Las calles de
Medellín
Subo y subo todavía un poco más
una ladera casi vertical
donde la niebla envuelve y siento
caricias de chapa y adobe
alientos de perro bajo la lluvia
el silencio de las madres tras la
puerta
música de arepa en la Comuna Ocho
Subo entre mujeres cargando
sueños en cubos de quince litros
para lavar o cocinar a fuego lento
esperanzas maíz y yuca
tender la ropa sin perder la vida y
maquillar
con delicada tibieza el miedo
bajo el arte de las uñas
Subo por la 93 y la 94
cruzo fronteras invisibles
soy la bala perdida que busca
inocentes chicos en el barrio
luciérnagas de hip hop graffitis mudos
bacanos y efímeros actores en una
guerra sin cuartel
donde las casas no tienen escritura
pero siempre riman
Subo para saber
si es dolor la piel
o son tus besos despedida
para contar los pasos
para olvidar que nunca olvidaré
Donde Medellín termina comienza el
cielo
el taxi avanza por un paraíso
complicado
agujeros de fuego cruzado y ausencia
una ciudad que se pinta los labios con
sangre
espejo de vírgenes y fierro
penúltimo adiós yo también te quiero
Subí para entender este poema
pero ya te habías ido
es el lugar que hacemos posible
cuando el amor nos falta
lo comprendí al bajar
donde Medellín termina comienza el
cielo
yo también te quiero.