lunes, 14 de enero de 2008

érase una vez edita

DIAGONAL
Número 51.
29 mar - 11 abr 2007
Culturas Libros

ENCUENTRO DE EDITORES INDEPENDIENTES EDITA 07

“El problema no es que se edite mucho, es que no se lee lo que se edita”



ALBERTO GARCÍA-TERESA
Ante el próximo EDITA 07, XIX Encuentro de Editores Independientes, que se celebra del 27 al 30 de abril en Punta Umbría (Huelva), charlamos con su organizador, Uberto Stabile, sobre la situación editorial actual, la cultura y el mercado.

DIAGONAL: ¿Qué son los encuentros EDITA?

UBERTO STABILE: EDITA es un escaparate singular de la edición independiente en España y otros países, especialmente latinoamericanos, donde se dan cita las publicaciones de carácter cultural que por su filosofía o estética no encajan en los circuitos convencionales.

Pero más allá de su propia morfología son un espacio de libertad, de resistencia frente al pensamiento único y a una idea estrictamente comercial y monolítica de la cultura. EDITA es también una plataforma donde se diseñan proyectos de distribución, difusión y edición alternativa. Es una forma de entender la cultura desde los principios de la cooperación y la solidaridad, en contraposición a la mercadotecnia que rige en las grandes empresas editoriales.

D.: Resistir desde la edición independiente a los grandes grupos editoriales, con sus medios de comunicación y su fuerza comercial puede parecer algo numantino, ¿no?

U. S.: En realidad, la resistencia es un concepto referencial. La edición independiente utiliza canales de distribución y venta muy acordes a su propia naturaleza, así que más que una resistencia numantina frente al mercado se trata de un concepto alternativo al mismo mercado, por ello es improbable que alguna vez entren en competencia. Lejos de la concentración empresarial que los mercados convencionales buscan, y que garantiza el monopolio y hegemonía del mismo, la edición alternativa se plantea desde la bibliodiversidad, como principio de riqueza y desarrollo basado en la pluralidad.

Ni los fines ni los medios son los mismos. En este sentido la competencia es imposible, no así el conflicto al plantear dos modelos antagónicos de entender el desarrollo.

D.: Creo que es muy sintomático que estos grupos tengan expertos en márketing como directores editoriales en vez de editores tradicionales...

U. S.: La evolución del concepto de cultura en una sociedad de libre mercado ha convertido los libros en una simple mercancía, en una industria más, sin atender a otro tipo de principios ni valores. Así el libro dentro de las medianas y grandes empresas editoriales es un mero objeto susceptible de uso mientras sea rentable y desechable, o reemplazable cuando deja de serlo. Autores, generaciones, éxitos y tendencias se fabrican con el único fin de garantizar la competencia y el control de los mercados. El problema no es que se edite mucho, el problema es que no se lee lo que se edita.

Además debemos entender que en las últimas décadas se ha desarrollado una tendencia editorial que facilita este proceso de autismo cultural. En paralelo a cuanto sucede en la televisión, los libros y prensa basura se extienden como una especie de virus que desactiva nuestra capacidad crítica individual y la conciencia crítica colectiva. El adocenamiento que la intelectualidad rinde al mercado es extremadamente peligroso, y es en definitiva el caldo de cultivo del cual se nutre el pensamiento único.

Círculos envenenados


D.: ¿Puede salirse del círculo envenenado de distribución-venta de ‘grandes superficies- mesas de novedades-edición constante de nuevos títulos’?

U. S: La actual industria editorial tiene muy poco que ver con los principios que dieron origen a una de las mayores revoluciones culturales, la aparición del libro. Esta forma de conservar el saber y el conocimiento, al igual que los métodos para mantener y conservar los alimentos, son la base sobre la cual se han desarrollado las mayores civilizaciones del planeta. La actual banalización de cuanto antes era sagrado es una paradoja de nuestra sociedad llamada del conocimiento. La desaparición de las pequeñas librerías, donde el librero era una suerte de confidente, asesor y orientador, ha dado paso a la gran superficie comercial, donde los conceptos de calidad y selección vienen ya envasados desde los despachos de márketing de las propias editoriales. Éstas, con sus propios y agresivos servicios de distribución y la implantación del sistema de novedades en detrimento del sistema de depósito, han dado al traste con las pequeñas librerías que se han visto en poco tiempo descapitalizadas y obsoletas para resistir unas ofertas y una promoción mediática más propias de la industria del automóvil que de la añeja y muy noble profesión del libro.

En la actualidad, tan sólo algunas heroicas librerías e internet dan luz a un escaparate mucho más plural y rico en matices que garantiza la supervivencia de gran cantidad de pequeños editores. En esta línea de acción, desde EDITA estamos proponiendo una red de espacios y librerías abiertas a la pequeña edición que hemos denominado “el corredor alternativo”.

Mercancía y cultura

D.: Cuando el libro es sólo mercancía y dividendo, ¿qué queda de su naturaleza cultural?

U. S.: Un libro nunca deja de ser un libro, pero si éste ya en su génesis está escrito y diseñado para los escaparates empieza a perder parte del carácter cultural que debe presidir la naturaleza de toda obra literaria o científica.

D.: Apostar por la cooperación, las redes y el intercambio en un medio capitalista y competitivo puede resultar paradójico, ¿no?

U. S.: Más que paradójico pudiera parecer utópico, pero lo cierto es que para muchos editores, escritores y lectores, es al mismo tiempo una necesidad y una ilusión: la de construir un modelo de sociedad y de cultura más plural y participativa, más libre, más justa. En definitiva, más rica en matices.

Apostamos por un modelo de cultura democrática que nada tiene que ver con el sistema piramidal al que nos tienen acostumbrados los críticos y publicistas que trabajan para las grandes empresas editoriales.

“FORJAR LECTORES CRÍTICOS”

D: ¿Qué puede ofrecer un editor independiente, con sus carencias, frente a los grandes grupos empresariales?

U. S.: Depende lo que entendamos por carencias, y depende desde qué posición lo entendamos. En un plano convencional es evidente que un editor independiente carece de los recursos económicos y estructuras adecuadas para desarrollar un proyecto a imagen y semejanza de las editoriales de mercado, pero también es cierto que los fines y la idea de mercado son conceptos muy diferentes en ambos. Existe una cierta filantropía en el editor independiente que no existe en el otro y de aquí surge una diferencia básica: el editor independiente prima la idea frente al beneficio económico, mientras que el convencional sólo asume el riesgo cuando la ganancia está ya garantizada. De esta forma se entenderá que el editor convencional sea más proclive a crear un modelo de lector pasivo y complaciente, mientras que el independiente intenta forjar lectores críticos o políticamente incorrectos.